jueves, 28 de junio de 2018

Exclusión laboral trans: Silencio político y furia travesti



A más de cuatro años de la sanción de Ley de Identidad de Género, la falta de políticas públicas y la indiferencia social de los sectores privados del empleo siguen expulsando del mercado laboral a la población trans, empujándola a la prostitución y a una muerte cada vez más temprana.




Nada sería igual a partir de ese 9 de mayo de 2012. La lucha infinita de cientos de organizaciones y el inmenso dolor de una comunidad marginada y expuesta a las peores condiciones de vulnerabilidad social tenía finalmente su reconocimiento. Con el abal del Gobierno Nacional y el impulso que provocara la Ley de Matrimonio Igualitario dos años atrás, el Senado de la Nación había aprobado por 55 votos a favor y una abstención la Ley de Identidad de Género. La población trans (1) podía contar así con un reconocimiento político y legal de sus identidades. Era un paso necesario para que las personas trans pudieran abrir la estructura social que tanto las había excluído de los derechos básicos elementales como la salud, la educación, la justicia y el trabajo.


Si bien la Ley de Identidad buscó resarcir una deuda histórica con la comunidad, expuesta a padecimientos sociales urgentes que incluían violencia institucional, falta de cobertura médica, expulsión de los ámbitos escolares y sistemáticos actos de represión policial; los pilares de la Ley se basaron en la posibilidad de orientar el registro identitario, incluyendo la modificación del nombre, y el acceso a la salud integral (2), que abarcaba cobertura social, procesos de hormonización e intervenciones quirúrgicas. Aunque no apareciera su mención en la Ley, el trabajo era uno de las necesidades primarias de la población. Según la encuesta realizada en conjunto entre INADI e INDEC en 2012, el 80 % de la población trans se encontraba en informalidad laboral, de las cuales 8 de 10 aclararon que la búsqueda de empleo se dificultaba por su identidad (3).

La marginalidad naturalizada


Los datos que arrojó la encuesta realizada por la Fundación Huesped junto a la Asociación de Travestis, Transexuales, Transgéneros Argentina (ATTTA) dos años después de la sanción de la Ley de Identidad de Género parecían alentadores en varias áreas. En salud, un 33.5 % había realizado consultas por tratamientos hormonales y, en educación, un 14.4 % había reanudado sus estudios, incluyendo las personas analfabetizadas. Sin embargo, el ámbito laboral seguía evidenciando una situación crítica, difícil de remediar sin políticas urgentes de corto y mediano plazo: un 70.7 % manifestaba realizar "trabajo autónomo", en lo que parece un eufemismo sobre una grave situación de prostitución que no merece pruritos futiles. Por otro lado, 1 de cada diez personas mencionaban estar bajo relación de dependencia (13 %) y sólo un 9.8 % recibir aportes jubilatorios.


"El gran problema de la inclusión laboral trans es el amplio grado de marginación que tiene la comunidad en su mayoría. La violencia impresa en una persona trans no pasa solo por estar en la calle prostituyéndose, el hecho de ser trans ha excluído de la primaria y secundaria a muchas mujeres. Se necesita mucho acompañamiento porque han vivido hasta ahora en un estado de indefensión", reflexiona César Cigliutti de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) sobre un área que plantea amplias dificultades para la población trans y que es básica para la insercción laboral. En el mismo hilo argumentativo, Maria Rachid, Secretaria General de la FALGBT, explica que el bajo índice de personas tran en relación de dependencia responde a distintos factores relacionados a la "discriminación y extrema vulneración" de los derechos de la población a causa de la violencia institucional. Y agrega: "La mayoría no ha terminado el secundario, no tiene educación formal y casi nula experiencia laboral. Así es muy difícil acceder a un trabajo". Según ATTTA, de la personas menores a 18 años, 6 de cada diez abandonan sus estudios secundarios a raíz de actos discriminatorios (4).


Seguro y Empleo: displicencia en tiempos de urgencia


Con motivo de alentar el acceso al trabajo de la población trans, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación sancionó, un año después de la Ley de Identidad, un Seguro de Capacitación y Empleo bajo la resolución Nº331/13; un programa basado en cursos para aprender un oficio, con la idea de funcionar como punta de lanza hacia el mercado laboral. Aunque los datos que maneja el programa indican que de las 1069 personas involucradas desde 2013 a 2015, un 58% proyectó un vínculo con alguna actividad, la realidad marginante de la población trans en la actualidad no parece adecuarse a esa lógica estadíctica, que tampoco ahonda sobre el contenido real del programa de empleo.


"Lo que impulsamos desde el 2011 en el Ministerio, y a través ya de resoluciones ministeriales desde el 2013, es que los programas como el seguro de Capacitación y Empleo que ya existían, incluyeran a la personas trans: uno de los colectivos con mayores problemas de empleo, o sea más vulnerados (...) El seguro incluye no solamente capacitaciones con títulos oficiales gratuititos para estas poblaciones, sino también: becas para terminalidad educativa (secundario y primario); entrenamientos laborales rentados en espacios de trabajo; apoyo a micro emprendimientos (hasta 35.000 peso por personas); y excepción impositiva para empleadores que ingresen a su planta a personas trans", explica Sebastián Zoroastro, responsable del Área de Género y Diversidad Sexual dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Nacional.


Aún así, las acciones paliativas del Estado en estos últimos cuatro años no han podido resguardecer un estado de vulneración y sometimiento tal que, según el último relevamiento de la FALGBT, expulsa al 90% de la población hacia la única via de supervivencia: la prostitución; que implica estar expuestas a situaciones de estigmatización, discriminación, odio y abuso policial, aún cuando los edictos policiales fueron derogados en 1996 (según el censo del INDEC, el 83%.de la población fue víctima de violencia policial). "Se pensó que la población trans necesitaba una certificación para adjuntar en el curriculum y salir al mercado laboral, pero no era así. Lo que solicitábamos era una comprensión de las necesidades de la población. Eso nunca sucedió realmente. Para hacer un curso de peluquería no hace falta que el Estado venga a financiarte el proyecto; termina siendo una política banal, con una mirada reduccionista", comenta Gabriela Abreliano de Personas Trans Autoconvocadas, una de las organizaciones que conforman el Frente Nacional Por la Inclusión de la Diversidad Sexual..


Pero las carencias del programa no son solo señaladas por las organizaciones sociales. Blas Radi, del Observatorio de Género de la Ciudad, encargado de detectar impedimentos de acceso a la justicia relacionados a la diversidad sexual, opina: "Creo que las políticas de acceso laboral fallaron, hubo un gran problema allí. Se deberían desarrollar políticas alternativas, como una catapulta a la autonomía: no solo en la directiva de fundar una cooperativa y ser independientes, sino en lo que refiere a la competitividad: que el acceso al trabajo no venga de una voluntad politica ajustada a una gestión, porque eso inevitablemente termina." En la misma línea, Alejandro Aymú, periodista, activista por la diversidad e integrante de la asociación Varones Antipatriarcales, direcciona su mirada, más allá de un programa particular, hacia la falta de políticas de Estado en el plano laboral trans: "Se debería haber lanzado un programa con herramientas reparatorias, pero no hay una mirada transversal. Solo lineas de trabajo individual, que alcanzan a un sector muy minoritario de la población (...) Hay un sector empleador que no brinda responsabilidades en sentido social, sino superficial, a un sector con tantas urgencias; que provoca que tantas compañeras travestis se mueran todos los días por la violencia institucional y heterosexista".


El acto de ejercer la prostitución, si bien no conforma un delito en el sentido estricto, carece de normativas y regularizaciones que puedan brindarle algún sustento jurídico y social a la población, aún en la precariedad de la situación que transitan. Según Fundación Huesped, 6 de cada 10 mujeres trans están relacionadas con la prostitución. Una cifra que debería poner en alerta al Estado para que actúe sobre el contexto esquivo y violento que padece la comunidad, cuyo promedio de vida, estiman las organizaciones, esta apenas entre 35 y 40 años. "El Estado tendría que haberse convertido en ejemplificador, dar el ejemplo en la incorporación de la población trans. No fue asi porque hay una mirada asistencial hacia la población: dar un pedazo de pan por conveniencia. No hubo una necesidad de generar una politica especifica hacia la población, fueron proyectos de maquillaje. ¿Cómo el Ministerio de Trabajo puede pedirle a las empresas privadas incorporar personas trans si ellos mismos no las tienen? Y si tienen, es una en una cartera de Estado de 30000 empleados", señala Abreliano.


Uno de los inconvenientes para la elaboración de políticas públicas es la falta de elementos de análisis sobre la población y sus condiciones de vulnerabilidad. El único trabajo realizado por el INDEC data de 2012. Por otro lado, el informe de Fundación Huesped expone que, previo a la Ley 26.743, el 54.6 % de las mujeres y un 52.2 % de los hombres trans sufrió un rechazo laboral por su identidad pero que esa cifra cedió a menos de la mitad tras dos años de su sanción (12.5 y 20.4% respectivamente). Una cifra alentadora pero que, analizando el proceso metodológico dispuesto sobre 452 mujeres y 46 hombres de las siete regiones del país (Ciudad, Conurbano, Región Pampeana, Cuyo, Patagonia, NEA y NOA) parece no plasmar cabalmente la situación de urgencia que alertan las organizaciones. "El INDEC y los organismos oficiales de estadística siguen invisibilizando la identidades no hegemónicas, por lo que no solo esta falta de información acrecienta la invizibilización sino también que muchas veces trabajar en políticas públicas a ciegas es una dificultad mayor", comenta Zoroastro haciendo foco en la inacción del Estado. Además, la salida de la Ley de Identidad y la posterior quietud de las entidades más reconocidas de la LGBT respecto del acceso al empleo, abrió un marco de nuevas representatividades. "ATTTA no cuestiona hoy la situación de prostitución sino que vela por sus propios intereses. Ellos firmaron con el Gobierno de la Ciudad, tomando la palabra de la población trans, para que se genere una zona roja para la prostitución: un lugar insalubre, paupérrimo, con situaciones extremas, donde muchas mujeres vienen del interior y no tienen ninguno de los derechos garantizados", remarca Abreliano.


Ley de cupo laboral: un comienzo para hacerse cargo


Con motivo de poder generar consciencia en los estamentos del sistema político, las organizaciones sociales, encabezadas por Diana Sacayán, referente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) y Secretaria Alterna de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), dieron lugar a la ley provincial (Buenos Aires) 14.783, mejor conocida como Ley de Cupo Laboral Trans o Ley Diana Sacayán. Tras una presentación en 2010 y otra en 2012, el 17 de septiembre de 2015 la Legislatura de la provincia aprobó la ley que en su Artículo 1 sanciona:
El Sector Público de la Provincia de Buenos Aires, debe ocupar, en una proporción no inferior al uno por ciento (1%) de la totalidad de su personal, a personas travestis, transexuales y transgénero que reúnan las condiciones de idoneidad para el cargo y establecer reservas de puestos de trabajo a ser exclusivamente ocupados por ellas, con el fin de promover la igualdad real de oportunidades en el empleo público.
"Esa ley se aprobó el año pasado pero no quedó reglamentada y ahora nos encontramos con el desafio de la reglamentación, más con todos los proyectos que empiezan a surgir dentro de las distintas jurisdicciones", comenta Alba Rueda, referente de Mujeres Trans Argentinas, una red de organizaciones con su cabeza en la Ciudad pero que trabaja conectada a las experiencias de las mujeres trans en Santa Fe, Salta, Neuquén y Río Negro. Y suma respecto a la situación actual de la ley: "Con la presión de la organizaciones este año se hicieron espacios abiertos para tratar la reglamentación, pero el ejecutivo no mostró mayor capacidad de exhibir una síntesis, de dar un espacio de diálogo y construír algo que ya esta aprobado. La ley es superior a cualquier tipo de reglamentación, tiene que ser de inmediato cumplimiento".


La falta de reglamentación, a más de un año de la ley, tanto en la gestión de Daniel Scioli como en la de Maria Eugenia Vidal, expone una situación de desidia política respecto a un sector poblacional vulnerable y deja entrever coerciones de grupos de poder relacionados al sistema político que ejercen función como elemento de paragolpes. Además, sienta un precedente negativo hacia otros proyectos que fueron presentados como el de la Legislatura Porteña por Gabriel Fuks (FPV) y Maximiliano Ferraro (CC) en septiembre pasado (Ver apéndice documental) o la ya aprobada Ley de Cupo (0,05%) en Salta, que tras algunas modificaciones volvió a Diputados. "Viendo hoy que el Estado lanza una escuela de maquillaje para la población trans, parece difícil que genere políticas públicas efectivas. Es una lucha historia por salir de esas tres P: putas, peluqueras y promiscuas, a las que fuimos catalogadas socialmente desde todos los sectores. Hoy vuelve el Estado a ponernos en ese lugar", advierte Abreliano haciendo mella en la falta de voluntad política. No obstante, Alba Rueda introduce el elemento de los medios de comunicación como factores claves de la falta de decisión del poder Ejecutivo: "Históricamente los medios usaron la historia de las personas trans para poder marcar siempre las páginas policiales. Asi como llenábamos las comisarias, pagabamos las vacaciones del 'milico' y las del oficial de calle a partir de las coimas que cobraban para poder circular; los medios de comunicación lucraron con las personas trans siempre marcando el amarillismo, relacionándonos con la droga y la prostitución, en una mirada de prejuicio muy grave. Esto va de la mano de querer vender. Si tenés personas travestis asociadas a la prostitución - como Chiche Gelblung con la "narco trava" - hay intereses creados en continuar con la estigmatización. Curiosamente, el diario La Nación el 1 de noviembre de 2015, un poco más de un mes después de la aprobación de la ley, sacó a relucir un editorial de características transfóbicas titulado Absurdo cupo para travestis y transexuales. En él, el diario objeta que la norma esta "viciada" por violar el principio de igualdad ante la ley y alega que se "consagra un privilegio que no debiera consagrar". Cabe resaltar, además, la presión de la Iglesia, en particular a través de la columna del diario El Día de Monseñor Héctor Aguer, quien exigió a Macri, entre otras cuestiones, derogar la Ley de Identidad de Género. Sin embargo, Alba Rueda hace una distinción respecto del rol eclesiástico: "El debate con la Iglesia se dio en el año 2010 con lo que fue la Ley de Matrimonio Igualitario, y el mensaje que pudimos dar fue claro. Ellos fijaron sus propios criterios, hubo varías marchas a nivel nacional, y la Iglesia quedó derrotada respecto a los derechos de grupos vulnerados en lo civil". Y agrega: "Son expresiones desencajadas de grupos resentidos dentro de las instituciones. Tenemos una monja en la provincia de Neuquén, Mónica Solda, que acompaña gran parte de la experiencia de las organizaciones trans y esta trabajando desde hace diez años con compañeras en situación de calle, buscando proyectos laborales como cooperativas".


Que no se ejecute la ley de cupo mínimo en territorio bonaerense no delínea únicamente un dislate del acceso de la población trans al mercado laboral, sino también una reafirmación del mantenimiento de una violencia institucional hacia uno de los sectores poblacionales más estigmatizados en la historia argentina. El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2015 sobre la Ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata y el Conurbano Bonaerense remarca que el 35% de la población trans muere entre los 22 y los 31 años, y un 34% entre los 32 y 41 (5). Además, señala que el 62% de los fallecimientos tiene como causa el VIH-Sida. Lo que las cifras dejan en claro es que la exclusión laboral de la población trans es motivo de precarización económica, inaccesibilidad a una vivienda digna (al no tener derechos a créditos inmobiliarios), falta de cobertura médica - aún con la reglamentación del año pasado del Artículo 14 de la Ley de Identidad sobre Salud Integral, las Obras Sociales se niegan a las prestaciones y la Superintendencia de Salud acumula reclamos de hasta 10 meses según Rachid de la FALGBT - y violencia policial sistemática: la Ley de estupefacientes 23.737 habilita a la policía a detener a las trans que ejercen la prostitución e imputarlas bajo la carátula de “comercializacion de estupefacientes” basándose en el mero relato policial. "La ley de cupo esta bien, corresponde, porque son necesarias una serie de políticas afirmativas cuando hay que reparar un daño hecho, sancionarla implica recononocer eso. No se puede pensar en un trans compitiendo en el mismo escalón que cualquier otra persona, hay que tener en cuenta el estado de vulnerabilidad al que esta afectado", explica Blas Radi. En la misma sintonía, Abreliano sintetiza: "La ley de cupo mínimo garantizaría consciencia social, porque el número es obsoleto, ni siquiera es el 1%, es el 0,1% lo que propone. La ley lo que termina siendo es un intento por generar consciencia social; tendría que tener una discusión en lugares claves para que tenga el impácto social requerido"


A partir de los datos cotejados en el área de judiciales del INADI (Ver apéndice documental), se desprende que en los últimos cuatro años han habido 49 denuncias por discriminación laboral de la población trans tanto en el Estado como en el área privada. Un año después de la Ley 26.743, de un total de 14 denuncias, el 57% fueron en el sector privado. En 2013 el porcentaje crece: de 8 denuncias, 7 son en la esfera privada (87,5%). Dos años atrás, de las 10 denuncias recepcionadas, un 60% son del sector privado. En 2015, de 7 denuncias, el 71,4% responde al ámbito privado. La cifra casi se mantiene en lo que va del año con un 70% sobre 10 denuncias realizadas. En conclusión, del total de denuncias por discriminación laboral a partir de la Ley de Identidad, el 67,3% han sido del ámbito privado. La traducción de los números, naturalmente, deja entrever las dificultades de la población trans para acceder y conservar un empleo en relación de dependencia sin la intervención estatal. "No pedimos que nos regalen el sueldo sino que podamos tener inserción laboral. Si el mercado no lo asegura, que el Estado pueda hacer ese cruce; cualquier tipo de Estado coincide en que hay grupos poblacionales excluidos en la lógica del mercado capitalista y que éste debe poner un límite", deja en claro Alba Rueda.


Las leyes tienen raigambre cuando son acompañadas por políticas comprometidas y comprensivas hacia los actores sociales a los que atañe. Ulpiano decía, hace casi dos mil años, que “justicia es el hábito de dar a cada uno lo suyo”. Partiendo de ese razonamiento lógico, si el Estado reconoce a la población trans su valor identitario por medio de sus estamentos políticos – no solo la Ley 26,743 sino además el actual Código Civil y Comercial, y la Ley de Educación 26,206 en su Artículo 8 - debe reconocer también y garantizar, en caso de que las condiciones sociales así no lo permitan, el acceso a los derechos básicos como integrantes de la sociedad civil. Es una obligación de derecho que debe cumplir (Artículo 14 y 14 Bis de la Constitución Nacional) y una premisa moral que definirá los parámetros éticos de la Nación.


Travesticidios: el odio contra la diversidad


El pasado 28 de junio una multitud de militantes trans y adherentes a la diversidad se congregaron desde Plaza de Mayo para allí marchar hacia la zona de Congreso. Se cumplían 47 años de la revuelta de Stonewall, la histórica resistencia homosexual contra las redadas que habituaba la policia neoyorquina en Green Village. Sin embargo, la cita que había reunido a tan numerosas organizaciones tenía una consigna clara y tajante: “Basta de Travesticidios”. Nueve meses atrás, el cuerpo de la referente trans Amancay Diana Sacayán era encontrado en su departamento de Rivadavia al 6700 en el barrio de Flores: tenía trece puñaladas y demás heridas cortantes. “Fue un travesticidio, si usáramos otra categoría, volveríamos a matarla”, decia en ese entonces Lohana Berkins sobre su compañera de tantos años de lucha. La causa que provocó una conmoción en la comunidad quedó a cargo de la Fiscalía Nacional de Instrucción Nº4 a cargo de Matías Di Lello, con el apoyo de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra la Mujer (UFEM) y la Dirección de Orientación y Acompañamiento a Víctimas (DOVIC). Un mes después, los dos acusados del crímen de Diana, Gabriel David Marino y Félix Alberto Ruiz Díaz, fueron procesados, sentando un presedente histórico para la población, como coautores de “homicidio de una mujer mediando violencia de género – femicidio” (Artículo 80, Inciso 11 del Código Penal)
A pesar de que la Ley 26,743 marcó una disminución de la violencia de género hacia la diversidad según analiza Cigliutti de la CHA. Los informes anuales sobre crímenes de odio de la propia organización marcan una línea ascendente desde el 2013. De los dos travesticidios registrados a un año de la sanción de la ley, la cifra aumenta al siguiente a cinco. El pasado año, el mismo informe dio cuenta de siete asesinatos de personas trans.
Laura Moyano, mutilada y abusada en Villa Allende; Marcela Chocobar, cuyo craneo apareció calcinado en un baldío de Río Gallegos; Fernanda Coty Olmos, apuñalada hasta la muerte en su casa del barrio Alfonso en Santa Fe; Zoe Quispe, asesinada por su novio de 23 puñaladas. Uno de los más recientes es el de Evelyn Rojas en Posadas, cuyo cuerpo apareció dentro de una fosa de una estación de servicio abandonada. La lista de éstos y tantos más crímenes de odio no debe tomarse como acciones de violencia aisladas, sino en un contexto de marginación institucional producto de la discriminación social, política, económica y cultural bajo las normas de un sistema cisexista (6).


Sasha Sacayán es hermana de Diana e impulsora de la Comisión de Justicia por Diana Sacayán, además de coordonar en la actualidad el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL).


Ph: Notasperiodismopopular



En una de tus últimas declaraciones decís que la población trans "vive esperando la muerte". En el informe de ATTTA de 2014 se habla de la prostitución como "trabajo autónomo", sin tener en cuenta el grado de vulneración y violencia al que está sometida la persona. ¿Qué ves detrás de ese tipo de máscaras del lenguaje?


No nos sorprende que hablen y pretendan convertir a la prostitución en un trabajo. Nosotros (en MAL) hablamos de situación de prostitución, donde tenemos en cuenta las diferentes condiciones por las que una travesti pasa al estar en esta situación de extrema vulnerabilidad y desprotección. ATTTA está en esa posición y sus declaraciones giran en torno a ella, nunca van a hacer mención a lo que la prostitución produce en las compañeras: estar expuestas a abusos, carecer de un trabajo digno, la violencia social que puede ir desde el ataque de un desconocido hasta de la propia policía. Además, ¿un travesticidio cuándo empieza y cuándo termina? Un travesticidio, incluso, no termina con el cuerpo de nuestras amigas o hermanas muerto, sigue en la sociedad. Que hayan matado a Diana, una referente, causó un impácto a la comunidad trans a la que ella representaba, porque aún siendo quien era, le pasó. La Justicia sigue sin hacer el tratamiento requerido, nunca se investiga con la excusa de que las personas trans son vendedores de droga, delincuentes o se acuestan con muchos hombres. Esas justificaciones también son travesticidio.


La marcha del 28 de junio contra los travesticidios marcó un importante precedente para buena parte de la sociedad, los medio y el Gobierno que mira para otro lado, ¿por qué cuesta tánto calificar estos crímenes de odio como lo que son y qué respuesta más inmediata esperan de las autoridades?


La marcha, que incluso nosotras la seguimos manteniendo - pudimos hacer una juntada en Rosario y en la casa de Misiones días atrás - nos marcó un antes y un después porque expusimos las necesidades de la comunidad. No solo nosotras desde la Comisión Justicia por Diana Sacayán, también desde la organización (MAL) venimos haciendo un trabajo que tiene que ver con diferentes acciones a realizar en la calle. No solo la Justicia tiene que enterarse de la importancia de la figura del travesticidio, la sociedad tiene que empezar a entender que las travestis también tienen derecho a una vida digna y hasta, lamentablemente, una muerte digna. De ahí las diferentes acciones que vamos a seguir haciendo.


¿Cómo evaluás hasta ahora el accionar de la Justicia en la causa y qué expectativas hay sobre el fallo?


Cuesta, porque tendría que ver con hacerse cargo, que sería lo justo. Es investigar un asesinato, en este caso de una travesti, pero que no implica solamente responsabilizarse por Diana sino por todas las compañeras trans. Toda esta estructura cultural tiene que ver con que, en las diferentes instituciones, no hay ningún tipo de política que albergue a las compañeras. El Estado tendría que hacerse responsable, y eso significaría cambiar todo: hacerse responsable de haber dejado de lado a toda la comunidad, de haber aportado a que la situación se agrave. Nadie se levanta con ganas de matar un travesti, son construcciones. De esto se desprende: la ausencia de la escuela, la salud, la justicia y de la propia sociedad. Todos estos factores se van sosteniendo. Lo que pretendemos, en principio, es que se hagan cargo.




La última información que circuló de la causa sobre el crímen de Diana señala que el fiscal Di Lello y la UFEM pidieron elevar a juicio oral y juzgar a Gabriel Marino. ¿Cómo planean continuar el proceso?


Nos reunimos con los diferentes actores judiciales. Nos tenemos que juntar con el nuevo juez después de esta elevación del juicio para ver qué estrategias utilizar. Estamos contentas con que desde la Fiscalía se hable de travesticidio. Nos juntamos con Di Lello y con la UFEM, tuvimos reuniones en conjunto, también con Alejandra Gils Carbó. Están las organizaciones que nos apoyan, pero es un trabajo que hago yo sola con las personas de la Comisión. Hay muchas organizaciones que "bien gracias". Lo aclaro porque es muy doloroso y dificil para mí a sabiendas de que Diana ha sido una de las militantes más importantes no solo de Argentina sino a nivel internacional. Incluso, hay veces que tenemos que exigirles que se pronuncien; son batallas dolorosas porque Diana dejó su vida - su familia, su pareja, sus amigos - en esto y cuesta ver que la militancia le de la espalda.


¿Cómo era Diana como hermana, en la vida cotidiana, fuera de la aguerrida militancia que veíamos?


Diana era inmensa. Ella nos enseñó a ver la vida de una forma completamente diferente. A pararnos desde nuestro propio lugar y desde nuestra propia identidad. A poder reconocernos como sujetos de derecho; sin ella no lo hubiésemos podido hacer. Ella acá en casa era como una madre: cocinaba pan casero; era muy amorosa; nos llenaba la casa de ruido, nos daba esperanza todo el tiempo. Ella me decia muy seguido "tenés que seguir adelante". Es difícil la vida sin ella pero creo también que lo que va cambiando es gracias a que pasó por nuestras vidas y nos dejó esta enseñanza.






Notas


1) Entiéndase travesti, transexual, transgénero.
2) El artículo 11 de la Ley de Identidad de Género prevee el acceso a todas las personas mayores de 18 años al goce de la salud integral, que incluye intervenciones quirúrgicas totales y parciales y tratamientos de hormonas para adecuarse a la identidad de género autopercibida.
3) Prueba piloto de la Primera Encuesta Nacional Sobre Población Trans de INADI e INDEC (2012).
4) Ley de Identidad de Género y Acceso a la Salud de Personas Trans en Argentina de Fundación Huesped y ATTTA (2014).
5) Orgullo (Pride) en el trabajo: Un estudio sobre la discriminación en el trabajo por motivos de orientación sexual e identidad de género en Argentina (2015).
6) La creencia que corresponde la identidad de género a la genitalidad.



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