jueves, 28 de junio de 2018

Exclusión laboral trans: Silencio político y furia travesti



A más de cuatro años de la sanción de Ley de Identidad de Género, la falta de políticas públicas y la indiferencia social de los sectores privados del empleo siguen expulsando del mercado laboral a la población trans, empujándola a la prostitución y a una muerte cada vez más temprana.




Nada sería igual a partir de ese 9 de mayo de 2012. La lucha infinita de cientos de organizaciones y el inmenso dolor de una comunidad marginada y expuesta a las peores condiciones de vulnerabilidad social tenía finalmente su reconocimiento. Con el abal del Gobierno Nacional y el impulso que provocara la Ley de Matrimonio Igualitario dos años atrás, el Senado de la Nación había aprobado por 55 votos a favor y una abstención la Ley de Identidad de Género. La población trans (1) podía contar así con un reconocimiento político y legal de sus identidades. Era un paso necesario para que las personas trans pudieran abrir la estructura social que tanto las había excluído de los derechos básicos elementales como la salud, la educación, la justicia y el trabajo.


Si bien la Ley de Identidad buscó resarcir una deuda histórica con la comunidad, expuesta a padecimientos sociales urgentes que incluían violencia institucional, falta de cobertura médica, expulsión de los ámbitos escolares y sistemáticos actos de represión policial; los pilares de la Ley se basaron en la posibilidad de orientar el registro identitario, incluyendo la modificación del nombre, y el acceso a la salud integral (2), que abarcaba cobertura social, procesos de hormonización e intervenciones quirúrgicas. Aunque no apareciera su mención en la Ley, el trabajo era uno de las necesidades primarias de la población. Según la encuesta realizada en conjunto entre INADI e INDEC en 2012, el 80 % de la población trans se encontraba en informalidad laboral, de las cuales 8 de 10 aclararon que la búsqueda de empleo se dificultaba por su identidad (3).

La marginalidad naturalizada


Los datos que arrojó la encuesta realizada por la Fundación Huesped junto a la Asociación de Travestis, Transexuales, Transgéneros Argentina (ATTTA) dos años después de la sanción de la Ley de Identidad de Género parecían alentadores en varias áreas. En salud, un 33.5 % había realizado consultas por tratamientos hormonales y, en educación, un 14.4 % había reanudado sus estudios, incluyendo las personas analfabetizadas. Sin embargo, el ámbito laboral seguía evidenciando una situación crítica, difícil de remediar sin políticas urgentes de corto y mediano plazo: un 70.7 % manifestaba realizar "trabajo autónomo", en lo que parece un eufemismo sobre una grave situación de prostitución que no merece pruritos futiles. Por otro lado, 1 de cada diez personas mencionaban estar bajo relación de dependencia (13 %) y sólo un 9.8 % recibir aportes jubilatorios.


"El gran problema de la inclusión laboral trans es el amplio grado de marginación que tiene la comunidad en su mayoría. La violencia impresa en una persona trans no pasa solo por estar en la calle prostituyéndose, el hecho de ser trans ha excluído de la primaria y secundaria a muchas mujeres. Se necesita mucho acompañamiento porque han vivido hasta ahora en un estado de indefensión", reflexiona César Cigliutti de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) sobre un área que plantea amplias dificultades para la población trans y que es básica para la insercción laboral. En el mismo hilo argumentativo, Maria Rachid, Secretaria General de la FALGBT, explica que el bajo índice de personas tran en relación de dependencia responde a distintos factores relacionados a la "discriminación y extrema vulneración" de los derechos de la población a causa de la violencia institucional. Y agrega: "La mayoría no ha terminado el secundario, no tiene educación formal y casi nula experiencia laboral. Así es muy difícil acceder a un trabajo". Según ATTTA, de la personas menores a 18 años, 6 de cada diez abandonan sus estudios secundarios a raíz de actos discriminatorios (4).


Seguro y Empleo: displicencia en tiempos de urgencia


Con motivo de alentar el acceso al trabajo de la población trans, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación sancionó, un año después de la Ley de Identidad, un Seguro de Capacitación y Empleo bajo la resolución Nº331/13; un programa basado en cursos para aprender un oficio, con la idea de funcionar como punta de lanza hacia el mercado laboral. Aunque los datos que maneja el programa indican que de las 1069 personas involucradas desde 2013 a 2015, un 58% proyectó un vínculo con alguna actividad, la realidad marginante de la población trans en la actualidad no parece adecuarse a esa lógica estadíctica, que tampoco ahonda sobre el contenido real del programa de empleo.


"Lo que impulsamos desde el 2011 en el Ministerio, y a través ya de resoluciones ministeriales desde el 2013, es que los programas como el seguro de Capacitación y Empleo que ya existían, incluyeran a la personas trans: uno de los colectivos con mayores problemas de empleo, o sea más vulnerados (...) El seguro incluye no solamente capacitaciones con títulos oficiales gratuititos para estas poblaciones, sino también: becas para terminalidad educativa (secundario y primario); entrenamientos laborales rentados en espacios de trabajo; apoyo a micro emprendimientos (hasta 35.000 peso por personas); y excepción impositiva para empleadores que ingresen a su planta a personas trans", explica Sebastián Zoroastro, responsable del Área de Género y Diversidad Sexual dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Nacional.


Aún así, las acciones paliativas del Estado en estos últimos cuatro años no han podido resguardecer un estado de vulneración y sometimiento tal que, según el último relevamiento de la FALGBT, expulsa al 90% de la población hacia la única via de supervivencia: la prostitución; que implica estar expuestas a situaciones de estigmatización, discriminación, odio y abuso policial, aún cuando los edictos policiales fueron derogados en 1996 (según el censo del INDEC, el 83%.de la población fue víctima de violencia policial). "Se pensó que la población trans necesitaba una certificación para adjuntar en el curriculum y salir al mercado laboral, pero no era así. Lo que solicitábamos era una comprensión de las necesidades de la población. Eso nunca sucedió realmente. Para hacer un curso de peluquería no hace falta que el Estado venga a financiarte el proyecto; termina siendo una política banal, con una mirada reduccionista", comenta Gabriela Abreliano de Personas Trans Autoconvocadas, una de las organizaciones que conforman el Frente Nacional Por la Inclusión de la Diversidad Sexual..


Pero las carencias del programa no son solo señaladas por las organizaciones sociales. Blas Radi, del Observatorio de Género de la Ciudad, encargado de detectar impedimentos de acceso a la justicia relacionados a la diversidad sexual, opina: "Creo que las políticas de acceso laboral fallaron, hubo un gran problema allí. Se deberían desarrollar políticas alternativas, como una catapulta a la autonomía: no solo en la directiva de fundar una cooperativa y ser independientes, sino en lo que refiere a la competitividad: que el acceso al trabajo no venga de una voluntad politica ajustada a una gestión, porque eso inevitablemente termina." En la misma línea, Alejandro Aymú, periodista, activista por la diversidad e integrante de la asociación Varones Antipatriarcales, direcciona su mirada, más allá de un programa particular, hacia la falta de políticas de Estado en el plano laboral trans: "Se debería haber lanzado un programa con herramientas reparatorias, pero no hay una mirada transversal. Solo lineas de trabajo individual, que alcanzan a un sector muy minoritario de la población (...) Hay un sector empleador que no brinda responsabilidades en sentido social, sino superficial, a un sector con tantas urgencias; que provoca que tantas compañeras travestis se mueran todos los días por la violencia institucional y heterosexista".


El acto de ejercer la prostitución, si bien no conforma un delito en el sentido estricto, carece de normativas y regularizaciones que puedan brindarle algún sustento jurídico y social a la población, aún en la precariedad de la situación que transitan. Según Fundación Huesped, 6 de cada 10 mujeres trans están relacionadas con la prostitución. Una cifra que debería poner en alerta al Estado para que actúe sobre el contexto esquivo y violento que padece la comunidad, cuyo promedio de vida, estiman las organizaciones, esta apenas entre 35 y 40 años. "El Estado tendría que haberse convertido en ejemplificador, dar el ejemplo en la incorporación de la población trans. No fue asi porque hay una mirada asistencial hacia la población: dar un pedazo de pan por conveniencia. No hubo una necesidad de generar una politica especifica hacia la población, fueron proyectos de maquillaje. ¿Cómo el Ministerio de Trabajo puede pedirle a las empresas privadas incorporar personas trans si ellos mismos no las tienen? Y si tienen, es una en una cartera de Estado de 30000 empleados", señala Abreliano.


Uno de los inconvenientes para la elaboración de políticas públicas es la falta de elementos de análisis sobre la población y sus condiciones de vulnerabilidad. El único trabajo realizado por el INDEC data de 2012. Por otro lado, el informe de Fundación Huesped expone que, previo a la Ley 26.743, el 54.6 % de las mujeres y un 52.2 % de los hombres trans sufrió un rechazo laboral por su identidad pero que esa cifra cedió a menos de la mitad tras dos años de su sanción (12.5 y 20.4% respectivamente). Una cifra alentadora pero que, analizando el proceso metodológico dispuesto sobre 452 mujeres y 46 hombres de las siete regiones del país (Ciudad, Conurbano, Región Pampeana, Cuyo, Patagonia, NEA y NOA) parece no plasmar cabalmente la situación de urgencia que alertan las organizaciones. "El INDEC y los organismos oficiales de estadística siguen invisibilizando la identidades no hegemónicas, por lo que no solo esta falta de información acrecienta la invizibilización sino también que muchas veces trabajar en políticas públicas a ciegas es una dificultad mayor", comenta Zoroastro haciendo foco en la inacción del Estado. Además, la salida de la Ley de Identidad y la posterior quietud de las entidades más reconocidas de la LGBT respecto del acceso al empleo, abrió un marco de nuevas representatividades. "ATTTA no cuestiona hoy la situación de prostitución sino que vela por sus propios intereses. Ellos firmaron con el Gobierno de la Ciudad, tomando la palabra de la población trans, para que se genere una zona roja para la prostitución: un lugar insalubre, paupérrimo, con situaciones extremas, donde muchas mujeres vienen del interior y no tienen ninguno de los derechos garantizados", remarca Abreliano.


Ley de cupo laboral: un comienzo para hacerse cargo


Con motivo de poder generar consciencia en los estamentos del sistema político, las organizaciones sociales, encabezadas por Diana Sacayán, referente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) y Secretaria Alterna de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), dieron lugar a la ley provincial (Buenos Aires) 14.783, mejor conocida como Ley de Cupo Laboral Trans o Ley Diana Sacayán. Tras una presentación en 2010 y otra en 2012, el 17 de septiembre de 2015 la Legislatura de la provincia aprobó la ley que en su Artículo 1 sanciona:
El Sector Público de la Provincia de Buenos Aires, debe ocupar, en una proporción no inferior al uno por ciento (1%) de la totalidad de su personal, a personas travestis, transexuales y transgénero que reúnan las condiciones de idoneidad para el cargo y establecer reservas de puestos de trabajo a ser exclusivamente ocupados por ellas, con el fin de promover la igualdad real de oportunidades en el empleo público.
"Esa ley se aprobó el año pasado pero no quedó reglamentada y ahora nos encontramos con el desafio de la reglamentación, más con todos los proyectos que empiezan a surgir dentro de las distintas jurisdicciones", comenta Alba Rueda, referente de Mujeres Trans Argentinas, una red de organizaciones con su cabeza en la Ciudad pero que trabaja conectada a las experiencias de las mujeres trans en Santa Fe, Salta, Neuquén y Río Negro. Y suma respecto a la situación actual de la ley: "Con la presión de la organizaciones este año se hicieron espacios abiertos para tratar la reglamentación, pero el ejecutivo no mostró mayor capacidad de exhibir una síntesis, de dar un espacio de diálogo y construír algo que ya esta aprobado. La ley es superior a cualquier tipo de reglamentación, tiene que ser de inmediato cumplimiento".


La falta de reglamentación, a más de un año de la ley, tanto en la gestión de Daniel Scioli como en la de Maria Eugenia Vidal, expone una situación de desidia política respecto a un sector poblacional vulnerable y deja entrever coerciones de grupos de poder relacionados al sistema político que ejercen función como elemento de paragolpes. Además, sienta un precedente negativo hacia otros proyectos que fueron presentados como el de la Legislatura Porteña por Gabriel Fuks (FPV) y Maximiliano Ferraro (CC) en septiembre pasado (Ver apéndice documental) o la ya aprobada Ley de Cupo (0,05%) en Salta, que tras algunas modificaciones volvió a Diputados. "Viendo hoy que el Estado lanza una escuela de maquillaje para la población trans, parece difícil que genere políticas públicas efectivas. Es una lucha historia por salir de esas tres P: putas, peluqueras y promiscuas, a las que fuimos catalogadas socialmente desde todos los sectores. Hoy vuelve el Estado a ponernos en ese lugar", advierte Abreliano haciendo mella en la falta de voluntad política. No obstante, Alba Rueda introduce el elemento de los medios de comunicación como factores claves de la falta de decisión del poder Ejecutivo: "Históricamente los medios usaron la historia de las personas trans para poder marcar siempre las páginas policiales. Asi como llenábamos las comisarias, pagabamos las vacaciones del 'milico' y las del oficial de calle a partir de las coimas que cobraban para poder circular; los medios de comunicación lucraron con las personas trans siempre marcando el amarillismo, relacionándonos con la droga y la prostitución, en una mirada de prejuicio muy grave. Esto va de la mano de querer vender. Si tenés personas travestis asociadas a la prostitución - como Chiche Gelblung con la "narco trava" - hay intereses creados en continuar con la estigmatización. Curiosamente, el diario La Nación el 1 de noviembre de 2015, un poco más de un mes después de la aprobación de la ley, sacó a relucir un editorial de características transfóbicas titulado Absurdo cupo para travestis y transexuales. En él, el diario objeta que la norma esta "viciada" por violar el principio de igualdad ante la ley y alega que se "consagra un privilegio que no debiera consagrar". Cabe resaltar, además, la presión de la Iglesia, en particular a través de la columna del diario El Día de Monseñor Héctor Aguer, quien exigió a Macri, entre otras cuestiones, derogar la Ley de Identidad de Género. Sin embargo, Alba Rueda hace una distinción respecto del rol eclesiástico: "El debate con la Iglesia se dio en el año 2010 con lo que fue la Ley de Matrimonio Igualitario, y el mensaje que pudimos dar fue claro. Ellos fijaron sus propios criterios, hubo varías marchas a nivel nacional, y la Iglesia quedó derrotada respecto a los derechos de grupos vulnerados en lo civil". Y agrega: "Son expresiones desencajadas de grupos resentidos dentro de las instituciones. Tenemos una monja en la provincia de Neuquén, Mónica Solda, que acompaña gran parte de la experiencia de las organizaciones trans y esta trabajando desde hace diez años con compañeras en situación de calle, buscando proyectos laborales como cooperativas".


Que no se ejecute la ley de cupo mínimo en territorio bonaerense no delínea únicamente un dislate del acceso de la población trans al mercado laboral, sino también una reafirmación del mantenimiento de una violencia institucional hacia uno de los sectores poblacionales más estigmatizados en la historia argentina. El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2015 sobre la Ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata y el Conurbano Bonaerense remarca que el 35% de la población trans muere entre los 22 y los 31 años, y un 34% entre los 32 y 41 (5). Además, señala que el 62% de los fallecimientos tiene como causa el VIH-Sida. Lo que las cifras dejan en claro es que la exclusión laboral de la población trans es motivo de precarización económica, inaccesibilidad a una vivienda digna (al no tener derechos a créditos inmobiliarios), falta de cobertura médica - aún con la reglamentación del año pasado del Artículo 14 de la Ley de Identidad sobre Salud Integral, las Obras Sociales se niegan a las prestaciones y la Superintendencia de Salud acumula reclamos de hasta 10 meses según Rachid de la FALGBT - y violencia policial sistemática: la Ley de estupefacientes 23.737 habilita a la policía a detener a las trans que ejercen la prostitución e imputarlas bajo la carátula de “comercializacion de estupefacientes” basándose en el mero relato policial. "La ley de cupo esta bien, corresponde, porque son necesarias una serie de políticas afirmativas cuando hay que reparar un daño hecho, sancionarla implica recononocer eso. No se puede pensar en un trans compitiendo en el mismo escalón que cualquier otra persona, hay que tener en cuenta el estado de vulnerabilidad al que esta afectado", explica Blas Radi. En la misma sintonía, Abreliano sintetiza: "La ley de cupo mínimo garantizaría consciencia social, porque el número es obsoleto, ni siquiera es el 1%, es el 0,1% lo que propone. La ley lo que termina siendo es un intento por generar consciencia social; tendría que tener una discusión en lugares claves para que tenga el impácto social requerido"


A partir de los datos cotejados en el área de judiciales del INADI (Ver apéndice documental), se desprende que en los últimos cuatro años han habido 49 denuncias por discriminación laboral de la población trans tanto en el Estado como en el área privada. Un año después de la Ley 26.743, de un total de 14 denuncias, el 57% fueron en el sector privado. En 2013 el porcentaje crece: de 8 denuncias, 7 son en la esfera privada (87,5%). Dos años atrás, de las 10 denuncias recepcionadas, un 60% son del sector privado. En 2015, de 7 denuncias, el 71,4% responde al ámbito privado. La cifra casi se mantiene en lo que va del año con un 70% sobre 10 denuncias realizadas. En conclusión, del total de denuncias por discriminación laboral a partir de la Ley de Identidad, el 67,3% han sido del ámbito privado. La traducción de los números, naturalmente, deja entrever las dificultades de la población trans para acceder y conservar un empleo en relación de dependencia sin la intervención estatal. "No pedimos que nos regalen el sueldo sino que podamos tener inserción laboral. Si el mercado no lo asegura, que el Estado pueda hacer ese cruce; cualquier tipo de Estado coincide en que hay grupos poblacionales excluidos en la lógica del mercado capitalista y que éste debe poner un límite", deja en claro Alba Rueda.


Las leyes tienen raigambre cuando son acompañadas por políticas comprometidas y comprensivas hacia los actores sociales a los que atañe. Ulpiano decía, hace casi dos mil años, que “justicia es el hábito de dar a cada uno lo suyo”. Partiendo de ese razonamiento lógico, si el Estado reconoce a la población trans su valor identitario por medio de sus estamentos políticos – no solo la Ley 26,743 sino además el actual Código Civil y Comercial, y la Ley de Educación 26,206 en su Artículo 8 - debe reconocer también y garantizar, en caso de que las condiciones sociales así no lo permitan, el acceso a los derechos básicos como integrantes de la sociedad civil. Es una obligación de derecho que debe cumplir (Artículo 14 y 14 Bis de la Constitución Nacional) y una premisa moral que definirá los parámetros éticos de la Nación.


Travesticidios: el odio contra la diversidad


El pasado 28 de junio una multitud de militantes trans y adherentes a la diversidad se congregaron desde Plaza de Mayo para allí marchar hacia la zona de Congreso. Se cumplían 47 años de la revuelta de Stonewall, la histórica resistencia homosexual contra las redadas que habituaba la policia neoyorquina en Green Village. Sin embargo, la cita que había reunido a tan numerosas organizaciones tenía una consigna clara y tajante: “Basta de Travesticidios”. Nueve meses atrás, el cuerpo de la referente trans Amancay Diana Sacayán era encontrado en su departamento de Rivadavia al 6700 en el barrio de Flores: tenía trece puñaladas y demás heridas cortantes. “Fue un travesticidio, si usáramos otra categoría, volveríamos a matarla”, decia en ese entonces Lohana Berkins sobre su compañera de tantos años de lucha. La causa que provocó una conmoción en la comunidad quedó a cargo de la Fiscalía Nacional de Instrucción Nº4 a cargo de Matías Di Lello, con el apoyo de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra la Mujer (UFEM) y la Dirección de Orientación y Acompañamiento a Víctimas (DOVIC). Un mes después, los dos acusados del crímen de Diana, Gabriel David Marino y Félix Alberto Ruiz Díaz, fueron procesados, sentando un presedente histórico para la población, como coautores de “homicidio de una mujer mediando violencia de género – femicidio” (Artículo 80, Inciso 11 del Código Penal)
A pesar de que la Ley 26,743 marcó una disminución de la violencia de género hacia la diversidad según analiza Cigliutti de la CHA. Los informes anuales sobre crímenes de odio de la propia organización marcan una línea ascendente desde el 2013. De los dos travesticidios registrados a un año de la sanción de la ley, la cifra aumenta al siguiente a cinco. El pasado año, el mismo informe dio cuenta de siete asesinatos de personas trans.
Laura Moyano, mutilada y abusada en Villa Allende; Marcela Chocobar, cuyo craneo apareció calcinado en un baldío de Río Gallegos; Fernanda Coty Olmos, apuñalada hasta la muerte en su casa del barrio Alfonso en Santa Fe; Zoe Quispe, asesinada por su novio de 23 puñaladas. Uno de los más recientes es el de Evelyn Rojas en Posadas, cuyo cuerpo apareció dentro de una fosa de una estación de servicio abandonada. La lista de éstos y tantos más crímenes de odio no debe tomarse como acciones de violencia aisladas, sino en un contexto de marginación institucional producto de la discriminación social, política, económica y cultural bajo las normas de un sistema cisexista (6).


Sasha Sacayán es hermana de Diana e impulsora de la Comisión de Justicia por Diana Sacayán, además de coordonar en la actualidad el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL).


Ph: Notasperiodismopopular



En una de tus últimas declaraciones decís que la población trans "vive esperando la muerte". En el informe de ATTTA de 2014 se habla de la prostitución como "trabajo autónomo", sin tener en cuenta el grado de vulneración y violencia al que está sometida la persona. ¿Qué ves detrás de ese tipo de máscaras del lenguaje?


No nos sorprende que hablen y pretendan convertir a la prostitución en un trabajo. Nosotros (en MAL) hablamos de situación de prostitución, donde tenemos en cuenta las diferentes condiciones por las que una travesti pasa al estar en esta situación de extrema vulnerabilidad y desprotección. ATTTA está en esa posición y sus declaraciones giran en torno a ella, nunca van a hacer mención a lo que la prostitución produce en las compañeras: estar expuestas a abusos, carecer de un trabajo digno, la violencia social que puede ir desde el ataque de un desconocido hasta de la propia policía. Además, ¿un travesticidio cuándo empieza y cuándo termina? Un travesticidio, incluso, no termina con el cuerpo de nuestras amigas o hermanas muerto, sigue en la sociedad. Que hayan matado a Diana, una referente, causó un impácto a la comunidad trans a la que ella representaba, porque aún siendo quien era, le pasó. La Justicia sigue sin hacer el tratamiento requerido, nunca se investiga con la excusa de que las personas trans son vendedores de droga, delincuentes o se acuestan con muchos hombres. Esas justificaciones también son travesticidio.


La marcha del 28 de junio contra los travesticidios marcó un importante precedente para buena parte de la sociedad, los medio y el Gobierno que mira para otro lado, ¿por qué cuesta tánto calificar estos crímenes de odio como lo que son y qué respuesta más inmediata esperan de las autoridades?


La marcha, que incluso nosotras la seguimos manteniendo - pudimos hacer una juntada en Rosario y en la casa de Misiones días atrás - nos marcó un antes y un después porque expusimos las necesidades de la comunidad. No solo nosotras desde la Comisión Justicia por Diana Sacayán, también desde la organización (MAL) venimos haciendo un trabajo que tiene que ver con diferentes acciones a realizar en la calle. No solo la Justicia tiene que enterarse de la importancia de la figura del travesticidio, la sociedad tiene que empezar a entender que las travestis también tienen derecho a una vida digna y hasta, lamentablemente, una muerte digna. De ahí las diferentes acciones que vamos a seguir haciendo.


¿Cómo evaluás hasta ahora el accionar de la Justicia en la causa y qué expectativas hay sobre el fallo?


Cuesta, porque tendría que ver con hacerse cargo, que sería lo justo. Es investigar un asesinato, en este caso de una travesti, pero que no implica solamente responsabilizarse por Diana sino por todas las compañeras trans. Toda esta estructura cultural tiene que ver con que, en las diferentes instituciones, no hay ningún tipo de política que albergue a las compañeras. El Estado tendría que hacerse responsable, y eso significaría cambiar todo: hacerse responsable de haber dejado de lado a toda la comunidad, de haber aportado a que la situación se agrave. Nadie se levanta con ganas de matar un travesti, son construcciones. De esto se desprende: la ausencia de la escuela, la salud, la justicia y de la propia sociedad. Todos estos factores se van sosteniendo. Lo que pretendemos, en principio, es que se hagan cargo.




La última información que circuló de la causa sobre el crímen de Diana señala que el fiscal Di Lello y la UFEM pidieron elevar a juicio oral y juzgar a Gabriel Marino. ¿Cómo planean continuar el proceso?


Nos reunimos con los diferentes actores judiciales. Nos tenemos que juntar con el nuevo juez después de esta elevación del juicio para ver qué estrategias utilizar. Estamos contentas con que desde la Fiscalía se hable de travesticidio. Nos juntamos con Di Lello y con la UFEM, tuvimos reuniones en conjunto, también con Alejandra Gils Carbó. Están las organizaciones que nos apoyan, pero es un trabajo que hago yo sola con las personas de la Comisión. Hay muchas organizaciones que "bien gracias". Lo aclaro porque es muy doloroso y dificil para mí a sabiendas de que Diana ha sido una de las militantes más importantes no solo de Argentina sino a nivel internacional. Incluso, hay veces que tenemos que exigirles que se pronuncien; son batallas dolorosas porque Diana dejó su vida - su familia, su pareja, sus amigos - en esto y cuesta ver que la militancia le de la espalda.


¿Cómo era Diana como hermana, en la vida cotidiana, fuera de la aguerrida militancia que veíamos?


Diana era inmensa. Ella nos enseñó a ver la vida de una forma completamente diferente. A pararnos desde nuestro propio lugar y desde nuestra propia identidad. A poder reconocernos como sujetos de derecho; sin ella no lo hubiésemos podido hacer. Ella acá en casa era como una madre: cocinaba pan casero; era muy amorosa; nos llenaba la casa de ruido, nos daba esperanza todo el tiempo. Ella me decia muy seguido "tenés que seguir adelante". Es difícil la vida sin ella pero creo también que lo que va cambiando es gracias a que pasó por nuestras vidas y nos dejó esta enseñanza.






Notas


1) Entiéndase travesti, transexual, transgénero.
2) El artículo 11 de la Ley de Identidad de Género prevee el acceso a todas las personas mayores de 18 años al goce de la salud integral, que incluye intervenciones quirúrgicas totales y parciales y tratamientos de hormonas para adecuarse a la identidad de género autopercibida.
3) Prueba piloto de la Primera Encuesta Nacional Sobre Población Trans de INADI e INDEC (2012).
4) Ley de Identidad de Género y Acceso a la Salud de Personas Trans en Argentina de Fundación Huesped y ATTTA (2014).
5) Orgullo (Pride) en el trabajo: Un estudio sobre la discriminación en el trabajo por motivos de orientación sexual e identidad de género en Argentina (2015).
6) La creencia que corresponde la identidad de género a la genitalidad.



Salvia: Empujando desde el Oeste



Publicada originalmente en Revista Tiburón


Ph: Mara Ventosa



Formada en Haedo a principios del 2000 e integrada por conocidos y amigos que supieron cruzarse en agrupaciones previas, Salvia es una banda que viene ascendiendo en el conurbano bonaerense y que pisa cada vez más fuerte en los escenarios porteños. Desde hace dos años, viene presentando su propuesta innovadora plasmada en El espacio guardado en el último cajón , su primer larga duración editado por el sello independiente Magdalena Records. La mezcla de poesía urbana y rock espacial, ubica a Salvia en paralelo a bandas como Los Nuevos Monstruos, Coya Boyz, Manu Hatoom o The Racoons , agrupaciones con las cuales crecieron en paralelo y compartieron más de un show.

Luego de la trilogia de EP's: Atómico, Piano e Invisible , y de algunos recambios en su formación, Salvia pudo dar forma a su primer disco de estudio: El espacio guardado en el último cajón. Entre el indie pop, el shoegaze y el rock atmosférico, el cuarteto de Haedo recorre en cada letra, de manera intimista, las emociones internas, miedos y vicisitudes que rodean a la sociedad actual. En él se destacan, la hipnótica y llevadera "Las piernas", y el explosivo "Dos", más cercano al rock alternativo de los noventa. Agustín Funes en voz y guitarra, Fernando Duarte en guitarra y coros, Javier Ventosa en bajo y Ariel Pochettino en batería conforman la alineación final de la banda que ya planea, en el presente año, un sucesor de su disco debut.

La tragedia del boliche de Cromañon 12 años atras, abrió una gran cicatriz en el rock independiente. Las bandas no tenían donde tocar y las discográficas se negaban a realizar apuestas arriesgadas que pusieran en jaque a una industria gravemente afectada por la economía argentina. El Oeste del Gran Buenos Aires - ciudad que supo fomentar a la leyenda de Sumo o a la inolvidable Nuca - era, por su lejanía a los grandes escenarios porteños y la falta de infraestructura, la zona menos favorecida para hacer rock. La única via promisoria de salida parecía ser la misma que hace cuarenta años renovó la escena en Reino Unido: Do it yourself. La premisa de la autogestión, había sacado desde los suburbios a agrupaciones como The Human League, The Slits e incluso Joy Division o The Fall. ¿Por qué no en Argentina? Los sellos Tommy Gun Records, Speed Power Emotion, Icarus Music y Laptra oficiaron como guía para el resto de las agrupaciones argentinas.

Ph: Mara Ventosa




"Magdalena records surgió de bandas de amigos de la zona de Haedo y Ramos Mejía", comenta Agustín, y suma: "A partir de ese colectivo empezamos a grabar discos". Desde hace tres años, las bandas comenzaron con el ciclo Magdalena, en donde se presentan en Ramos Mejía y muestran los últimos trabajos de las agrupaciones pertenecientes al sello. Con la intención de profesionalizarse y trabajar en su primer álbum, Fernando recuerda: "Armamos un circuito de bandas locales e invitadas de otros lugares como Go-Neko!. La idea era traer gente al barrio, porque en ese momento no pasaba nada. Nadie iba a ver una banda desde zona Sur o Capital al Oeste". En una escena de tintes familiares, la autogestión tambien añade el elemento de solidaridad que antecede la idea de "las bandas" antes que el "nosotros" a la hora de fomentar la música. "En una época nos cambiamos entre integrantes de bandas: si faltaba uno o estaba lesionado y alguno se sabía las canciones, ocupaba el lugar", rememora Javier.

Construyendo sus canciones a medida que se presentan en vivo, la banda de Haedo se apoya en la premisa del "movimiento" como única manera de sobrevivir en un mercado controlado por los grandes sellos. Sin embargo, las redes sociales y las web propias funcionan como trincheras de conservación de su identidad musical. "Hoy las bandas independientes no quieren entrar al negocio de las discográficas, prefieren tocar en un lugar como Niceto y obtener su propio dinero", opina Fernando, quien venía de participar en The Racoons y en La Joven Pandilla del Oeste. "Los espíritus y Él mató son hoy los grandes referentes de nuestro circuito", agrega.

"El nuevo disco va a ser más llevadero y menos oscuro. Tiene que ver con la energía actual que tiene hoy la banda", adelanta su baterista Ariel, horas antes tocar en el Pompeya Club de la localidad de Castelar en donde adelantaron tres nuevas canciones: "Él tuvo", "El mismo tiempo en el bar" y "Aire nuevo". Por otro lado, Agustín cree que el nuevo material los aleja de una etapa "tormentosa" por la que estaba atravesando cada uno de los integrantes. Lo cierto es que lo nuevo de Salvia defiende la idea de que las canciones inviten a pensar al público, creen un estado mental más allá de lo propiamente dicho. Y eso, en un rock plagado de lugares comunes, no es moneda corriente.

Scott Weiland: En el jardín de los demonios


Publicada originalmente en Revista Tiburón


Encontrado muerto un año atrás, fue una de las voces icónica del rock en los años noventa. Genio musical y cabeza de Stone Temple Pilots, debió lidiar contra su propia personalidad que lo fue llevando lenta e inevitablemente hacia la autodestrucción.






Las luces se prenden en el Dodge Theater. Los Pilots están de vuelta, en gira nacional tras un ferviente agite de la industria y el visto bueno de los hermanos DeLeo. Pero Weiland está casi inmóvil, su voz es temblorosa, como salido de un fardo, por momentos balbucea; agarrado del asta del micrófono augura un promisorio salvataje del ridículo, más que del show en la desértica Phoenix, del lodazal en que su mente ha vuelto a caer, una vez más, en una pendiente cuya tregua pareció ilusoria. “Time to wait too long/ To wait too long”, resuena “Big Empty”, como ruego, debajo de un ancho sombrero que se desploma contra el bombo de Eric Kretz, recreando una imagen cruda y sincera de una vida expuesta a vagar entre el limbo, abstraída, hasta que sus pasos decidan ceder.


California, Uber alles


Hijo pródigo del oleaje californiano, Weiland creció con su madre en la fabril Ohio, la ciudad alemana por excelencia en territorio americano. Con mueca inocente, un abultado pelo rubio y numerosas pecas sobre la nariz, de niño debió lidiar con el acoso de bravucones y abusones que llegaron incluso al extremo de violarlo. Introducido a la música por su padrasto (Dave Weiland), pasaba sus tardes colgado del despliegue atrevido de Rolling Stones y la cálida prosapia folkpop de los Kingston Trio, pero no podía sacar de sí la culpa, la tristeza y el enojo por la partida de su padre biológico, Kent, a quien visitaba durante el verano en completo mutismo.




California se había mostrado como la nueva morada del ska y el punk a fines de los ochenta, pero la “tercera ola” que exhibía a Mr Review, The Slackers y Operation Ivy, entre otras, estaba llegando a su fin. Weiland, ya con fama de renegado e impredescible, se ganaba unos dólares como impresor del Los Ángeles Daily Journal. La marea impulsando su tabla de surf era uno de los pocos prepucios de libertad encontrados, como una suspensión momentánea del tiempo. Atrapado en un fétido departamento de Long Beach junto a Robert Deleo, la música era una opción de alienación.


Los años como Piloto





Luego de años rodando por Los Angeles en reductos de mala muerte, Core (1992) fue el resultado de esa iniciativa con los Deleo y Eric Kratz a la que apostó Atlantic Records. Rapidamente, "Wicked Garden", "Plush", "Creep" comenzaron a ser tarareados en cualquier lugar a cualquier hora. Los Pilots habían construído clásicos del rock del día a la mañana. Weiland estaba enérgico, rozagante; se movia de un lado a otro del escenario como una culebra: un neo-Iggy Pop. Sin embargo, la fama parecía una opresión en los hombros para el californiano. "Pendenciero, provocador, copia de Eddie Vedder", eran algunos de los tantos calificativos de la prensa norteamericana para una de las nuevas caras del rock; él odiaba a cada una ellas, sea MTV o Rolling Stones; "son cubos llenos de basura", decía. Nirvana y Pearl Jam, aún en su disparidad, brillaban como nunca; era una bola grunge a la que la banda fue arrastrada aún sin pertenecer. La cumbre alcanzada con "Interstate Love Song" y "Big Empty" no pudieron evadir a un Weiland desbordado por los químicos. Su detención en Pasadena con heroína y crack solo era un vestigio ínfimo de lo que vendría.


Los problemas de Scott empezaban a calar hondo en los Pilots, la gira de presentación de Tiny Music - uno de los mejores disco del cuarteto: un hard rock con ápices melódicos y profunda poesía - parecía poco problable viendo el deplorable estado de su lider. Los idas y vueltas en clinicas de rehabilitación, las fumatas interminables con Courtney Love, los desencuentros con su mujer Janina Castaneda, comenzarían a nublar el idilio. "Estoy atraído por los opios tanto como John Keats estuvo atraído por la muerte" diría Weiland años después en su autobiografía (Not Dead & Not for Sale). El resto de la banda formó Talk Show y Weiland siguió escribiendo en solitario, igual como lo hacía de niño. La banda, aún sin terminar, estaba quebrada. "Usted tiene un trastorno bipolar" le dijeron los médicos por esos años, pero él no quería medicaciones y ni tratamientos especiales. Era Scott Weiland por eso y a pesar de eso.


"I couldn`t find myself. I didn´t want to find myself. I Became invisible", pasaba por la cabeza de Weiland cuando despertó milagrosamente de una nueva sobredósis de heroina a fines de los noventa. Su único destino era el dolor perpetuo; su nuevo hogar por 153 días: la prisión, tras haber violado su condena domiciliaria. En la cárcel, en su hogar, arriba del escenario; cualquier lugar era una condena. "Solo las drogas me hacen un hombre libre, flotando en un espacio sin demonios y dudas" diría luego en sus memorias.


Revólveres de cebita





Shangri - La Dee Da y Thank You, aun con críticas favorables, parecieron más una forma de expulsar los últimos genes Pilots que una opción real de continuar por un camino ya embarrado. Scott ya había girado por su cuenta con 12 Bar Blues, pero una oferta económica irresistible y la posibilidad de mojarle la oreja a sus ex compañeros lo hizo cambiar de parecer. A pesar de haber odiado a Guns'n Roses, Weiland se había unido a sus ex integrantes para tocar como Velvet Revolver. "Era un producto para obtener ganancias" diría años después. Aún así, la banda había catapultado nuevamente a Weiland a lo más alto. Bastaba verlo en el vídeo "Slither" con su impronta Jesuschrist para quedar magnetizado por sus movimientos eléctricos y su voz, aunque más rota que antes, cargada de matices y sensibilidad. Weiland estaba más limpio que nunca, pero su incomodidad en formar parte de algo que siempre repudió lo impulsarían a un nuevo autoboicot. Tan solo meses después, Weiland estaba en prisión luego de manejar drogado su auto y volcar en la carretera. "Quiero abandonar este infierno, de veras, no quiero seguir puteando a la gente que me quiere", dijo posteriormente en un comunicado.


Velvet Revolver se estaba cayendo por su propio peso y Weiland lo sabía. ¿Participar de la banda sonora de Hulk? ¿Qué mierda era eso? Su segundo disco en solitario, "Happy in Galoshes" (Feliz en Sandalias) era una manera de huír del sentimiento de culpa. Viajes en giras por separado, enfrentamientos con Slash, extremas diferencias musicales. El límite había llegado. "El segundo disco fue un fracaso y jamás estuve de acuerdo en la forma de llevarle a cabo. Viendo que el proyecto estaba muerto, les dije: se acabó, en cuanto terminemos la gira, me marcho. Ellos no lo aceptaron y se dedicaron a lanzar mierda sobre mí", dijo Weiland, al que la banda, en un lugar común y reduccionista, acusó de haber echado por drogadicto.




Su última Oda


Los Pilots ya se habían reunido a escondidas para planear el reencuentro, pero el buen humor de Weiland los llevó a pensar en la posibilidad de volver a lo grande. Asi salió su sexto disco homónimo luego de siete años. El álbum era un éxito, pero los desniveles de Weiland preveían un nuevo estallido al caer. Los problemas en la gira de presentación de 2011 obligaron a los hermanos DeLeo a separar a Weiland para que se recupere de una vez por todas. Pero él no lo aceptaría, ¡A la mierda Stone Temple Pilots! El podía empezar de cero si lo quería. Sin perder el tiempo, juntó a un puñado de músicos amigos y salió de inmediato a tocar por el país, dándole nuevos aires a sus composiciones de STP y VR. "No me había sentido tan emocionado con una banda desde los días de Stone Temple Pilots", decía en esos días.


Con una puesta más ligada a David Bowie - otro de sus grandes referentes - los Wildabouts dieron luz a su primer disco, Blaster. Lo había hecho de nuevo, las canciones eran frescas, sinceras, una amalgama de los mejor del hard rock, el cálido pop que solía recubrir las canciones en los Pilots y algunos destellos de folk provenientes de sus años mozos. Sin embargo, los demonios seguían cercando a Weiland. La muerte abrupta del guitarrista Jeremy Brown a poco salir el álbum era un golpe directo a su cerebro, que lo sumergía nuevamente en la niebla que parecía haberse disipado.


Scott Weiland murió a poco de inicarse la gira de Blaster, un 3 de diciembre de 2015 cerca de las nueve de la noche. La policía de Minnesota encontró su cuerpo en el autobus de la banda junto a una bolsa de cocaína. La autopsia determinó que la muerte fue producto de una sobredósis de drogas y alcohol. "I can't live this way/ please refill my soul/ don't have a nickel or a dollar but/ you feed me /my bottle's empty but you always/ refuel me/ I feel I'm sinking/ but you won't/ let me drown me" desprende "Lounge Fly", como tantas otras, que desde un principio anunciaban su final. Aunque la prensa pareciera rescatarlo más por sus disputas con la ley, los que vivieron al lado de su música siempre lo recordarán por la sinceridad y belleza de su pluma; esa voz rasposa pero cercana que resulta tan familiar; ese aura de angel desesperado, sin alas, anhelando reencontrarse con su paz.

miércoles, 27 de junio de 2018

Salvador Biedma: “Hay cosas muy lisérgicas que pasan en los pueblos”



Publicada originalmente en Revista Kunst




En Siempre empuja todo, un balneario semi desierto será el escenario donde confluyan la longevidad de la memoria, las fantasías desesperadas y las dificultades para rearmar una vida tras la viudez.



Ph: Eloy Rodríguez Tale



Es miércoles por la tarde y los últimos resabios del sol declinan en la esquina de Mendoza y Amenábar. Las bufandas se abroquelan a los labios morados que, marchitos, exudan escasas palabras en los alrededores de la Plaza Noruega. Los pocos jacarandás que bordean el camino se desvencijan, dejan entrever el clima de época. A media cuadra, frente a una panadería, está sentado Salvador Biedma, detrás de la vidriera de la librería Colastiné. Tiene puestos unos lentes pequeños. Un aro aflora de la oreja izquierda y se pierde por momentos entre su barba. Se levanta para abrir la puerta. Trae una banqueta, va a buscar agua para preparar el mate. Recuerda sus años de laburo periodístico: menciona el paso por la revista Playboy y la dirección de Mil Mamuts, el proyecto que tuvo junto a Alejandro Larre. Un fondo amarillo recubre una larga fila de libros, buena parte de ellos parece escapar a la lógica del mercado actual: allí se vislumbra el diario de filmación de Fitzcarraldo, la obra insignia de Werner Herzog, y los Modos de ver de John Berger. A Biedma le entusisma el ida y vuelta. Menciona a Jean-Luc Nancy; piensa en cómo ciertos libros pueden marcar el rumbo de los emprendimientos. “Hay lecturas que redirigen tu pensamiento”, dice. Eterna Cadencia acaba de publicar su segunda novela, Siempre empuja todo. Un cuadro solipsista alrededor de la memoria fragmentada y el paso del tiempo, donde su protagonista, Rubén, atraviesa sus días en un balneario casi inhabitado: esbozando entre sus recuerdos, buscando hallar los elementos que le han dado sentido a su existencia, mientras lidia con la culpa y los sentimientos de congoja que han teñido de decepción sus últimos años de vida y que lo han puesto de cara a sí mismo, ante el frío de la soledad y la expectativa de una muerte venidera.


Música para camaleones


Corría 1750 y la salud de Johann Sebastian Bach, el profesor de la Thomasschule de Lepzig, se resquebrajaba. Afectado por una creciente ceguera y por las tensiones generadas con la clase mercantil debido a su apoyo al monarca sajón Augusto II de Polonia, el compositor de las “Cantatas” se había acuartelado en su habitación para dar final a la que sería su obra cúlmine, aquella capaz de elevar su nombre a la estela máxima de la música, “El arte de la fuga” (Die kunst der fuge). Una fallida operación ocular y las posteriores complicaciones que implicaron una abrupta apoplejía, dieron por tierra el cierre anhelado. Aún así, el único manuscrito existente, conservado por su hijo Carl Philipp Emanuel, daba cuenta de una prestigiosa habilidad para la técnica del contrapunto (contrapunctus), en donde el proceder primaba respecto de la estructura de la obra musical. Allí, la fuga funcionaba como base para la elaboración de nuevas composiciones contrapuntísticas, simultáneas y a modo de respuesta, convirtiendo a la monotonía en un acto de belleza estética invaluable.

En Siempre empuja todo, Salvador Biedma (Buenos Aires, 1979) hace uso de la rutina de un hombre de la tercera edad, para mostrar cómo la soledad, los recuerdos y la fantasía pueden conducir a recorrer los caminos ya desglosados con la misma incertidumbre de la primera vez - desde un ángulo divergente y por momentos provocador - y hacer posible un derrotero inesperado contra la irreversibilidad del tiempo, el peso del remordimiento y la decadencia física.


...


Hay una idea latente en toda la novela que es acerca de la incapacidad del protagonista para escribir, ¿qué buscabas reflejar con esa situación?


Hay veces en que me olvido de partes de lo que escribí, y en parte me venía olvidando del vínculo de la escritura con Rubén, que es uno de los puntos de contacto con la novela anterior (Además, el tiempo). A mi entender hay, más bien, algo entre lo que él logra escribir pero que no entiende, que le resulta ilegible. Y también está la necesidad de quitar cierta idea del escritor - o algunos de lo estereotipos formados del escritor - mostrándo al tipo que intenta escribir y nunca logra llegar a nada o al que escribe y nunca puede publicar. Además, en general, de la dificultad de la escritura: no desde la tortuosidad – puede ser disfrutable – pero dando cuenta de que no siempre es algo lineal. Rubén pone la escritura casi como una excusa del porqué de su viaje, parece más eso en realidad, una excusa.


Esa imposibilidad creativa puede funcionar como metáfora de Rubén, al ser alguien con una vida que no puede seguir construyendo tras haber quedado viudo y sufrir la distancia de su hijo.


Lo que hay claramente es un enojo con estar viudo, con estar viejo, y con el hijo que no fue al viaje. Y él decide hacer ese viaje igual.


En ese caso, ¿es un enojo con el tiempo?


No hay nada que no exista sin tiempo, pero no se si es un enojo con él. Sí, el protagonista se va a un lugar donde justamente no tiene ninguna red de contención, donde es un extranjero, o doblemente extranjero, porque se va a un hotel (“hotelito” en la novela) que no es lo que corresponde a su clase social.
Pero es el mismo lugar al que iba siempre con su familia.

La playa sí. Había una vuelta planeada con el hijo que no la logra porque el hijo no está, y eso le hace ver que su mujer tampoco. Y el tiempo está porque volvés a un lugar al que no fuiste desde hace treinta años. Y es el mismo lugar pero no a la vez.

Aún si fuera el mismo lugar, la perspectiva que uno puede llegar a tener con el paso de los años es distinta.


Si, claro. Pero hay cosas que cambian. Y para los que estan en ese lugar él es un extraño.


¿Es Rubén un tipo acorralado entre cierta necesidad de recordar los años que le dieron sentido a su vida y dejar atrás aquellos últimos que lo sumieron en el desamparo?


Sí, en algún punto hay cosas que no están claras en la novela y no es que yo las tenga claras y las esconda o no las diga; mi mirada es la misma que puede tener cualquier lector, y hay bastantes cosas no dichas. En cierta forma tiene que ver, también, con la confusión del personaje, de Rubén. Lo que hay es un plan para estar con su hijo, y el hijo no está. Entonces él se ve solo en ese lugar al que iba con el hijo y la mujer. Hay una idea de la vejez y del deterioro cognitivo, donde se le da otro espacio al recuerdo, y donde noto que a partir de cierta edad la gente empieza a atribuir cualquier olvido a la vejez cuando, en realidad, si alguno de nosotros se olvida de algo, dice: “uy, me olvidé” y listo.


En la novela hay un contexto que conecta la soledad de una playa, el sentimiento de vejez, la repentina atracción hacia una figura más joven, la música de fondo. ¿Reconocés un acercamiento de la historia a Muerte en Venecia de Thomas Mann?


No se si tanto como pensarlo. Es otra época la de esa novela, donde la homosexualidad del protagonista se ve como algo tremendo. No digo que hoy no haya tapujos al respecto – sigue habiendo varios lamentablemente – pero en esa época eran muchos más. Hubo varias cosas que tuve presente para la novela, una es efectivamente Muerte en Venecia; otra es Luna caliente de Mempo Giardinelli – una novela que me gusta mucho - donde hay una situación entre un adulto y una preadolescente, en otro contexto como fue durante la dictadura. Creo que puede haber una evocación de Muerte en Venecia pero a la vez no tiene nada que ver; es decir, no lo planteo como una reescritura de esa novela ni nada por el estilo – aparte no podría hacerlo -. Tal vez haya algo de El extranjero también. Lo relacionaba el otro día Federico Gori en un posteo que funcionó como una reseña. Son lecturas que uno tiene en la cabeza. También Las tierras blancas de [Juan Jose] Manauta que no tiene nada que ver con ésta, pero que tiene un final que parece el de un cuento. Y está bueno poder escribir algo así.


Hay una frase muy interesante que dejás traslucir respecto de esta falta de creatividad del protagonista, cuando decís: “No era que faltasen historias sino que no tenía la frescura a nivel oficio para transformar esas historias en cuento o novela, en algo con forma”. ¿Qué entendés vos como autor por transformar en algo con forma?


Hay veces en que uno escribe cosas a las que no logra encontrarles una forma, que no sabe cómo contarlas. Incluso puede haber cosas que son como mucho más “reales”, experiencias que uno tuvo, que trata de escribir y no logra cómo pasarlo a un texto; y hay cosas que no tienen nada que ver con lo que uno vive y sí encuentra una forma. Tiene que ver más con el principio de lo que uno escribe: una vez que ya escribiste las primeras tres o cuatro páginas, o está la forma o estás escribiendo de gusto, pero ahí es donde se juega eso de encontrar el modo de escribir algo.


¿Y te pasó particularmente con Siempre empuja todo?


Antes de que se publicara Además, el tiempo tenía entre cinco y siete páginas escritas del principio de Siempre empuja todo. Sabía que en algún momento iba a continuarlo y lo dejé ahí, para bastante tiempo después volver a agarrarla. Pero sí sabía que había algo allí para continuar.


Uno de los temas más fuertes del texto gira alrededor de la fantasía del protagonista por asesinar a la “chica Magnasco”. Lo curioso es que Rubén no parece espantado ante ese posible evento sino más bien preocupado por lo que vendrá después. ¿Por qué?


No es el caso de un psicótico, de alguien que no siente culpa por haber hecho algo brutal. Sí hay algo de culpa y un fantaseo que insiste, y que a veces no está claro si se cumple o no, o si se cumplió en otra época con la misma fantasía. Creo que es más algo de un neurótico que puede anular o no ciertos recuerdos vinculados a una fantasía. Lo que siento es que en algún momento él marca que no quisiera haberlo hecho o no quisiera hacerlo. Y tal vez logra llegar al final sin haberlo cometido. Alguien que leyó la novela dijo que el personaje jamás podría cometer semejante crimen.


¿Por qué no?


Por la personalidad de Rubén. Es una lectura válida que se puede hacer o no.


Hay un libro de un forense norteamericano que se llama Los hombres malos hacen lo que los hombres buenos sueñan donde se refuta esta típica asociación entre la violencia y la gente con algún desorden psicológico o perfíl criminal. Todos en potencia estamos dispuestos a matar.


Muchas veces han usado la palabra inquietante para hablar de la novela – incluso en la contratapa – y creo que lo tremendo de Rubén es pensarlo como cualquier persona que, sin que te enteres, puede fantasear con violar a una chica o cometer un asesinato. Y que vos nunca te enteres de esa fantasia, habiendo realmente un deseo importante de cumplirlo. Ese deseo a la vez puede ser metáfora de cualquier otro deseo oscuro que de algún modo todos tenemos o, al menos, que nosotros consideramos oscuro. En cierta forma está la idea de Hannah Arendt de la “banalidad del mal”, de que un tipo como tu tío puede ser también un jerarca nazi o que [Rafael] Videla puede comer un asado con sus nietos como cualquier abuelo, y que no dejar de ser tremendo al pensarlo.


Si uno piensa en la incapacidad de las sociedades por imaginarse a través de la cultura con su verdadera edad, a sabiendas de la longevidad que tiene la población promedio, termina siendo desafiante que hayas elegido a una persona madura como protagonista.


Sí, más que maduro. Es alguien cercano a los setenta años que se mira las manchas en la piel. Ahí hay algo que tuve en cuenta de un modo más o menos consciente en la escritura, que fue el libro Unos dias en el Brasil de [Adolfo] Bioy Casares, que es un diario de viaje que él hace al Brasil en 1960: él no solía ir a congresos, pero va a uno del Pen Club en Brasilia cuando acababa de ser nombrada capital del país, pero todavía estaba en construcción. Y él ahí ya se ve las manchas en la piel; la sensación de ya no ser atractivo para las mujeres e incluso, en el medio, comenta cómo una chica de catorce años se desmaya de amor por él durante el viaje.

¿Y qué te aporta de diferente que el personaje sea tan mayor?


Tanto en esta novela como en la anterior lo primero fue el lugar, y eso fue lo que me dio la trama y la historia. En un principio tenía la idea de una pareja en un hotel pegado al mar, pero no encontraba una historia dentro de eso. No se cómo surgió que sea Rubén, hay cosas que no son del todo racionales, con decisiones de escritura del tipo “voy a poner a alguien de tal edad”. Sí creo que está bueno y que termina habiendo algo casi ideológico en el hecho de haya una escena de sexo de alguien que no es joven y que puede gozar de eso, y no tener mayores problemas al respecto (no necesita tomar viagra). Termina habiendo cosas que están buenas que pasen. Son personas que para la sociedad muchas veces son un problema, porque es verdad que la expectativa de vida cada vez es más alta. Y eso termina siendo un dilema para una familia. No es el caso de Rubén, pero sí está el hijo que quiere hacer su vida y se encuentra lejos de él.

Con respecto a la imposibilidad de la escritura, siento que hay varias imposibilidades en Rubén. Sobre todo la de no poder decirle al hijo que está enojado con él por no haberlo podido acompañar. Las imposibilidades que trae de su edad. Y de algún modo hay algo entre esa imposibilidad de él por no sentarse a escribir y la chica Magnasco sentándose en el piano. Si bien no toca piezas propias, interpreta. Hay algo ahí, en esa relación que se genera entre los dos.


Justamente, la música siempre está detrás de cada escena: desde Bach y Chopin a Debussy y Gershwin. ¿Por qué elegiste en especial este tipo de música para representar el texto?


Tiene que ver con haber leído Moderato cantabile (Marguerite Duras) donde hay un niño que aprende a tocar el piano y su madre lo acompaña. Me parecía lógico que si alguien tocaba el piano fuera música clásica.


¿Por qué?


No sé (risas). Me parecía lógico, no sé si lo es. No me la imaginaría tocando una rumba y que Rubén se pare a escucharlo. Y la elección de los músicos es bastante clásica. También había un riesgo de parecer alguien que quiere demostrar todo lo que sabe de música. Lo único más moderno que aparece, entre los discos del protagonista, es [György] Ligeti. Y Debussy es casi un chiste por todas las alusiones que él tiene para con el mar y las escalas que él hace al respecto. También hay una cuestión entre la música, el mar de fondo y el sol que está presente siempre.

Es interesante que hayas puntualizado en El arte de la fuga de Bach, sabiendo que la composición de la fuga responde un poco a la rutina de Rubén: el hombre que se despierta cada día, que lidia con Teresa, va a la playa, charla con la adolescente; y eso se va repitiendo pero sumando cada vez más particularidades. Se complejiza la monotonía.


Es una muy buena lectura, no lo pensé así. El que volvió a usar la fuga fue [Astor] Piazzolla en Tocata y Fuga. Hay como una melodía que se mantiene y a eso se le van sumando capas de otras melodías. De eso me doy cuenta a partir de lecturas de otros. Hay un plano donde todo es muy rutinario, que se narra con mucho detalle. Y eso se va enrareciendo a medida que vas conociendo más a Rubén y que él va conociendo a la chica Magnasco. Y con Teresa hay una incomodidad pero también una tensión, una tensión sexual de hecho. Y existe una complicidad. Ella tiene cosas muy “masculinas”. En algún momento se narra que cuando él llega, Teresa está con un cortafierros en la mano, cuestiones de una potencia que no suelen estar asociadas a lo femenino, y de violencia incluso, aunque ella no lo sea.


Te leí en varias oportunidades hacer alusión a los pueblos del interior respecto a tus historias. ¿Se puede pensar Siempre empuja todo – también Además, el tiempo – como una obra surgida a partir de las anécdotas que surgen de las entrañas de estos pueblos?


Mis viejos tienen un campo en Castelli, provincia de Buenos Aires. No es que me crié allí pero iba todos los fines de semana, en los veranos. Me gustaba mucho más que estar en la escuela o encerrado en un departamento. Terminaba el fin de semana y no quería volver a Buenos Aires de ningún modo. La idea de la trilogía – que sería como una trilogía bonaerense – tiene que ver con tres lugares distintos, a los cuales alguien llega. Es probable que tenga que ver con la infancia, pero seguro tiene que ver con cómo usar estas cosas de las que de algún modo te enterás. Me acuerdo de la historia de un linyera que iba cruzando un puente y siempre iba con un montón de perros y de repente dijo “este perro no sirve más” y tiro uno para abajo del puente. Había un dicho en Castelli que decía “vamos todos dijo chaparro”, y el tal chaparro tenía un perro que se llamaba “todos”, entonces cuando decía eso era por él y su perro. Ese tipo de historias – si bien no están en las novelas – merecen un lugar, merecen estar. Y el “loco del pueblo” es un mito pero a veces existe. Hay algo llamativo en esas sociedades un poco cerradas: si aparece alguien fascina y a la vez es rechazado, se da ese doble juego. El que trabaja eso – yo lo leí cuando ya estaba en imprenta Siempre empuja todo – es [Mariano] Quirós en Una casa junto al tragadero, que es un tipo que va al interior del Chaco, y se trata con la gente de una comunidad perdida siendo él de la gran ciudad, Resistencia. Me parece que hay historias para contar en esos lugares, no digo que en las ciudades no, pero en la ciudad se cuentan más. Desde hace tiempo hay más libros en zonas rurales, balnearios y en la provincia de Buenos Aires. Hay todo un rescate, por ejemplo, de las obra de [Francisco] Salamone, como arquitecto, en todo el recorrido por la provincia de Buenos Aires: ¡un matadero que se le ocurrió a un artista en medio de la pampa! ¡En un pueblo perdido! Es quitar un poco la idea que se tiene de que cruzás la General Paz y están los gauchos. Hay cosas muy lisérgicas que pasan en los pueblos.



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